¿Insultar a alguien es acoso?
¿Ha perdido clientes porque otros profesionales hablan mal de su trabajo o se inventan historias sobre supuestos comportamientos delictivos? ¿Ha leído algo en un periódico o en las redes sociales sobre usted que no es cierto? ¿Alguna vez le han insultado en público o ha oído a alguien «difundir un bulo» sobre usted?
Desgraciadamente, es una situación común en la que nos podemos encontrar, sobre todo en esta época con un uso ávido de los medios de comunicación. Hoy en día, los periódicos buscan noticias «fáciles» para llamar la atención de todo el mundo, argumentando que la libertad de expresión prevalece sobre el derecho a tener una buena reputación.
Si te has visto en una situación similar y quieres hacer algo al respecto, reclamando los daños causados en tu vida social, personal o profesional, debes saber que la ley te protege y te da herramientas para defender tus derechos.
La ley castiga a las personas que cometen este delito con prisión de 6 meses a 2 años. Asimismo, la ley impone una multa de 12 a 24 meses si la calumnia se realiza utilizando publicidad. En los demás casos, la multa será de 6 a 12 meses.
¿Insultar forma parte de la libertad de expresión?
Aunque puedan resultar chocantes, molestas o hirientes, muchas declaraciones o insultos entran dentro de la libertad de expresión. Sin embargo, esta libertad no es ilimitada. En las cuatro situaciones que se describen a continuación, los insultos o declaraciones en público pueden ser efectivamente delitos punibles.
¿Qué se considera un insulto?
Un insulto es una expresión o afirmación (o a veces un comportamiento) irrespetuosa o despreciativa. Los insultos pueden ser intencionados o accidentales. Un insulto puede ser fáctico, pero al mismo tiempo peyorativo, como la palabra «endogámico».
¿Insultar a alguien es delito en Canadá?
En Canadá, pronunciar o comunicar palabras hirientes puede dar lugar a cargos penales. Según el Código Penal canadiense, puedes ser acusado de un delito de agresión si tus palabras constituyen una amenaza para la vida, la salud o los bienes de otra persona.
Jurisprudencia sobre injurias
Los tres casos se refieren a ordenanzas municipales que restringen la libertad de expresión, aunque sólo los dos últimos, Lewis y Hill, se refieren específicamente a gritar, interrumpir o proferir obscenidades a los agentes de policía.
Es poco probable que leyes contra el acoso como ésta lleguen a ser impugnadas ante el Tribunal Supremo. Las leyes contra el acoso están bien establecidas en todo el país. Y aunque nuestra ley no menciona específicamente a los agentes de policía, no tiene por qué hacerlo. Un agente de policía es una persona, y eso es suficiente.
No pueden detenerte por insultarles, pero sí por «obstrucción» o por «alteración del orden público». Pueden encontrar alguna razón ridícula para detenerte, y aunque un buen abogado debería ser capaz de solucionar el problema, la detención seguirá perturbando tu vida.
Además, si sucumbes al impulso de insultar a los agentes de policía mientras te detienen por algo más legítimo, la grabación de la cámara corporal podría acabar siendo utilizada en tu contra en los tribunales. Lo mejor que puedes hacer con un agente de policía, y punto, es mantener la calma y callar, decir lo menos posible y acudir a un abogado cuando sea necesario.
Insultar a una persona con autoridad
Numerosos documentos internacionales, incluidos los adoptados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), establecen la libertad de expresión como un derecho fundamental. Sin embargo, el derecho a la libertad de expresión no es absoluto. De acuerdo con el derecho internacional, ciertos tipos de expresión, como la obscenidad, pueden prohibirse o regularse. Sin embargo, cuando los gobiernos restringen la libertad de expresión, esas restricciones deben ser coherentes con sus obligaciones y compromisos internacionales; por ejemplo, las restricciones deben ser necesarias en un país democrático y estar prohibidas por la ley. Las leyes penales contra la difamación y el «insulto» se defienden a menudo como necesarias para evitar supuestos abusos de la libertad de expresión. Sin embargo, no son coherentes con las normas de la OSCE y su uso constituye una infracción del derecho fundamental a la libertad de expresión.
Por último, el Departamento de Estado de Estados Unidos informa periódicamente, en sus informes anuales por países sobre prácticas de derechos humanos, de casos en los que se han utilizado leyes penales contra la difamación o el insulto y, en las reuniones de la OSCE, pide regularmente la derogación de dichas leyes. Casos recientes de libertad de expresión en la República Checa
Significado de insulto público
Aunque puedan resultar chocantes, molestas o hirientes, muchas declaraciones o insultos entran dentro de la libertad de expresión. Sin embargo, esta libertad no es ilimitada. En las cuatro situaciones que se describen a continuación, los insultos o declaraciones públicas pueden ser efectivamente delitos punibles.
¿Fue motivado el autor por odio, desprecio u hostilidad hacia alguien por razón de uno de los criterios protegidos? En ese caso, se considera un motivo censurable y el autor puede recibir una pena más severa.
En Bélgica, la libertad de expresión está consagrada por la ley. El principio básico es que no está prohibido «escandalizar, molestar o herir» a los demás. Los insultos o el uso de términos denigrantes están permitidos, aunque sean de mal gusto. Sin embargo, lo que sí está restringido por la ley es «incitar» (llamar) públicamente a la discriminación, el odio o la violencia contra determinadas personas o grupos.
¿Qué ocurre si una persona acosa repetidamente a otra, aun siendo consciente (o debiendo serlo) del impacto que tiene sobre ella? Esto se considera acoso o acecho y es un delito punible. La ley establece específicamente que se trata de «una violación grave de la intimidad personal de alguien».