Ine denuncias falsas violencia de género

Comprender la violencia doméstica

¿Por qué estas mujeres no hablaron antes? Esta pregunta se repitió una y otra vez durante el reciente furor público en torno al acoso, la violencia y los abusos sexuales. Subyace a la pregunta una persistente incertidumbre sobre la credibilidad de las víctimas, una preocupación por identificar lo que es verdad y lo que es mentira.

Lo que está claro es que el fantasma de las denuncias falsas sigue persiguiendo a las denuncias de violencia sexual. Sigue existiendo la impresión pública de que las denuncias falsas son habituales y de que personas inocentes sufren por haber sido acusadas injustamente.

Las pruebas sobre las denuncias falsas no corroboran la preocupación pública de que las denuncias falsas sean habituales. Aunque las estadísticas sobre denuncias falsas varían -y se refieren sobre todo a violaciones y agresiones sexuales-, son invariable y sistemáticamente bajas. Los estudios realizados para el Ministerio del Interior indican que sólo el 4% de los casos de violencia sexual denunciados a la policía británica son falsos o se sospecha que lo son. Estudios realizados en Europa y Estados Unidos indican tasas de entre el 2% y el 6%.

Maltrato emocional doméstico

Una de las disputas más controvertidas que afectan al discurso relacionado con la violencia contra las mujeres es la que se refiere a la frecuencia de las denuncias falsas de agresión sexual. En un esfuerzo por añadir claridad al discurso, se critican las investigaciones publicadas sobre denuncias falsas y se describen los resultados de un nuevo estudio. Se analizan todos los casos (N = 136) de agresión sexual denunciados a una importante universidad del noreste durante un periodo de 10 años para determinar el porcentaje de denuncias falsas. De los 136 casos de agresión sexual denunciados durante el periodo de 10 años, 8 (5,9%) se codifican como denuncias falsas. Estos resultados, tomados en el contexto de un examen de investigaciones anteriores, indican que la prevalencia de las denuncias falsas se sitúa entre el 2% y el 10%.

Denuncia policial falsa por violencia doméstica

Una denuncia falsa es diferente de una denuncia infundada, en la que una investigación no consigue demostrar que se haya producido una agresión doméstica o sexual (Lisak, Gardinier, Nicksa, & Cote, 2010, p. 1319).

Un problema clave a la hora de evaluar el alcance de las denuncias falsas es que algunos estudios no definen qué es una denuncia falsa, y algunos registros policiales se basan en definiciones ambiguas o excesivamente inclusivas (Lisak et al., 2010, pp. 1319-1321). Una confusión habitual es la que existe entre casos «infundados» y falsos. Los casos infundados o no probados son aquellos en los que hay un veredicto de «no culpable». Los casos auténticamente falsos son un subconjunto de éstos, e implican una acusación o denuncia deliberadamente falsa.

Algunos datos de las fuerzas del orden clasifican erróneamente los casos como «falsos» cuando la víctima no puede o no quiere cooperar, faltan pruebas, la víctima hace declaraciones incoherentes o la víctima está muy intoxicada (Lisak et al., 2010, p. 1321). Existen pruebas de que las fuerzas del orden han clasificado erróneamente los casos de forma habitual y a menudo han agrupado por error los casos infundados y falsos en la misma categoría. Por lo tanto, no debemos confiar en las clasificaciones de las fuerzas del orden sin analizar cómo se han elaborado.

Maltrato doméstico no violento

Aunque algunos estudios intentan caracterizar la prevalencia de la acusación falsa de violación, según un libro de 2013 sobre victimología forense, el porcentaje real sigue siendo desconocido debido a las diversas definiciones de «acusación falsa»[1].

Las tasas de acusación falsa a veces se inflan o tergiversan debido a la confusión con términos como infundada. Estas denominaciones, que permiten a las fuerzas del orden cerrar los casos sin llegar a una conclusión, se utilizan para describir denuncias sin pruebas suficientes, en contraposición a los casos en los que el acusador no es creíble o dice que el relato es falso[2].

En relación con el racismo en Estados Unidos, se han producido acusaciones falsas de violación por parte de mujeres blancas contra hombres afroamericanos, al tener los blancos mayor influencia en el sistema judicial, lo que a menudo ha dado lugar a condenas erróneas[3][4][5] Estos incidentes han dado lugar históricamente a actos de violencia extrajudicial, como linchamientos.

Un acusador puede tener varias motivaciones para afirmar falsamente que ha sido violado. Hay desacuerdo sobre el número de categorías en que pueden clasificarse. Kanin (1994) las clasificó en tres: venganza, producir una coartada o conseguir simpatía/atención.[8] La autora Sandra Newman enumeró cuatro categorías en 2017.[9] Según De Zutter et al. (2017), la división de Kanin es inadecuada y se deberían reconocer ocho categorías distintas en total:[8]

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